15 Abr La Gran Vía III
Continuamos nuestra visita a la Gran Vía para terminar nuestro recorrido con este artículo.
Al final del segundo tramo de la Gran Vía llegaríamos a la Plaza del Callao. Recordad como este espacio formaba parte del proyecto y, en cierto modo, fue el primer lugar que se terminó pues, ya a finales de siglo estaba abierta la plaza y terraplenada. Sin embargo, no se construirán los edificios hasta finales de los años 20, cuando se finalice la urbanización del segundo tramo y se inicie la del tercero. Así, los edificios son una parte más del proyecto de la Gran Vía.

El nombre de la plaza se debe al puerto peruano del Callao, en especial al Combate naval del Callao que tuvo lugar el 2 mayo de 1866 entre la armada del Pacífico comandada por Casto Méndez Núñez, a bordo de la fragata Numancia, y el fuerte del Callao. Si bien el resultado no supuso una victoria clara tuvo una gran repercusión mediática y esto llevó a que sirviese como motivo para dar nombre a esta nueva plaza. Desde ella parte el tercer tramo de la Gran Vía, quizá el más complicado de realizarse por los problemas de expropiaciones y trazado que conllevó su materialización.
Es necesario señalar cómo en este último tramo no existía una calle que sirviese de guía como había sucedido en los tramos anteriores. Para llevar a cabo su trazado desaparecieron más calles que en los dos primeros. Estas fueron las de San Cipriano, Eguiluz, Santa Margarita, Travesía del Conservatorio, del Rosal, Federico Balait, Travesía de Altamira, Peralta, Perro y Travesía de Mariana. Asimismo, afectaría a las calles de Ceres, Leganitos y la Plaza de san Marcial.

No sólo fueron muchas las calles las que desaparecieron sino también muchos edificios. De entre todos ellos, de los que señalaremos los más importantes, destaca especialmente la Casa Profesa de los jesuitas. Este edificio había sido construido en los años veinte del siglo XIX y representaba uno de los espacios más importantes del centro de Madrid. Al iniciarse el proyecto del tercer tramo, el ayuntamiento tomó la decisión de ampliar el ancho de éste a los 35 metros que tenía el segundo (el proyecto original era de 25 m.). Este cambio afectaba a la Casa Profesa (que estaba donde hoy estaría el Edificio de los Sótanos) que debía ser demolida. Esta situación provocará el recurso de los jesuitas y en cierto modo paralizará la obra durante varios años. Finalmente, la gasolina de los exaltados republicanos anticlericales pondrá fin al litigio. Según nos cuenta Foxá, al oír el himno nacional en unas casas vecinas, se inflamará el ánimo de estos republicanos que decirán quemar el edificio el 11 de mayo de 1936. En el incendio se perderá una de las más importantes bibliotecas de España, además de un importante patrimonio artístico. Pero ya sabéis, como dijo Azaña: «Todos los conventos de Madrid no valen la vida de un Republicano».
No entro a discutir aquí la verdad o no de la frase y de su autor pero lo cierto es que desatasco el proyecto y se pudo terminar el trazado que en los años treinta estaba terminado y listo para edificar en él. Curiosamente, y como colofón a la historia de la Casa Profesa, el cuerpo de San Francisco de Borja fue recuperado en 1932 de las ruinas de la iglesia por Pedro Muguruza que lo conservó en casa de su madre hasta después de la guerra en que fue depositado en la iglesia de los Jesuitas, en la calle Serrano.

Casi a la misma altura de la Casa Profesa pero en el lado de enfrente se encontraba la calle del Rosal, en ella se encontraba una de las instituciones más curiosas de Madrid, la conocida como la Casa del Pecado Mortal (no empecemos a pensar mal, si estuviésemos pensando en la calle Libreros acertaríamos pues, esta calle sí tuvo una gran actividad de lupanares, además de venta de libros). Esta Casa estaba regentada por la Real Hermandad de María Santísima de la Esperanza y Santo Zelo en la salvación de las Almas cuya función principal era «hacer bien por las almas de los que viven en pecado mortal» de donde tomó su nombre popular. Esta casa estaba destinada a acoger a aquellas mujeres que, a causa de su pecado mortal debían desaparecer de la vida pública para deshacerse del fruto por él producido. Así, nobles y plebeyas pasaban allí nueve meses hasta poder volver de su viaje sin el fruto de su pecado.

Algo más abajo se encontraba el Mercado de los Mostenses que, construido en 1875, ocupaba el solar donde desde el siglo XVII se encontraba el convento de Premostratenses de san Norberto y que desapareció en el siglo XIX. Desafortunadamente con él lo hizo su bello templo diseñado por Ventura Rodríguez. El mercado, de hierro y cristal fue derruido y reconstruido (con pésimo gusto) a espaldas de la Gran Vía.
Muchos más edificios e historias desaparecieron pero no es cuestión de extendernos demasiado en este artículo. Pasemos pues, a describir y recorrer los edificios más notables de la Plaza del Callao y del último tramo de la Gran Vía:

nº 39. Seguros La Adriática. Si bien pertenece al segundo tramo, su diseño está pensado para formar parte de la Plaza del Callo y el tercer tramo. El edificio fue encargado por la compañía de seguros La Adriática a Luis Sainz de los Terreros en 1926. Destaca su remate con un tholos clásico en el que iba pensado un faro, referente de la seguridad aportada por la compañía.

nº 46. El Palacio de la Prensa también forma parte del segundo tramo, pero como sucede en el caso del edificio La Adriático, está diseñado teniendo en cuenta la plaza y el tercer tramo, en este caso más claramente que en el anterior. Pedro Muguruza diseñó un edificio para la Asociación de la Prensa de gran singularidad en un solar irregular. Sus paramentos de ladrillo fueron los primeros en la Gran Vía y conforman un edificio en el que destaca su parte central de gran altura con un lenguaje clásico pero de gran novedad respecto al resto de edificios. Con un carácter multiusos la parte más importante fue el auditorio que pasó a convertirse en cine en muy temprana fecha.

Cine del Callao. Este edificio en la plaza del mismo nombre fue un diseño de Luis Gutierrez Soto de 1927. El inmueble, de un claro gusto Art Deco, estaba pensado para ser cine, discoteca (todos recordaréis Xenón), oficinas y en la terraza, un cine al aire libre.

Hotel Florida. En 1922 el propietario Luis Velasco Florida encargó a Antonio Palacios Ramilo un edificio para ubicar en él un hotel que llevará su apellido. En 1924 ya estaba terminada una bella estructura que estará destinada a ser una actor principal de la Guerra Civil al servir de alojamiento a gran parte de los corresponsales extranjeros que seguían el devenir de la guerra. Entre los más destacados estarían, Mijail Koltsov y John dos Pasos, si bien los más conocidos serán Ernest Hemingway y su amante, la periodista Marta Ghellhorn que vivirán en él su intensa historia de amor.
Desafortunadamente, el edificio será derruido en los años sesenta para construir un edificio triste para las Galerías Preciados.

nº 41. Al inicio del tercer tramo nos encontramos con el que podemos considerar como el edificio más destacado arquitectónicamente. Nos referimos al Edificio Carrión. Su nombre lo toma del empresario Enrique Carrión quien, tras un concurso privado en 1931, elegirá el novedoso proyecto de los jóvenes Luis Martínez-Feduchi y Carlos Eced-Eced. El edificio, que se inaugurará en 1933, estaba inspirado en la arquitectura expresionista de Mendelssohn. Se componía de un cine (Capitol), apartamentos, hotel, cafetería, restaurante y oficinas. La estructura y su historia merece un artículo aparte que ya llegará. Sólo nos queda decir que fue uno de los primeros edificios inteligentes de la época, con toda una planta que gestionaba los servicios para hacer que fuese el único inmueble donde era primavera todo el año (al poseer un sistema de aire acondicionado centralizado).

nº 48. En este espacio se levantó un edificio en el que estuvo el primer cine de sesión continua de Madrid, el cine Actualidades. Será derribado para construir el Banco Atlántico, un moderno edificio acristalado que también desaparecerá para dejar sitio al primer edificio del siglo XXI de la Gran Vía, un sobrio proyecto de Rafael de la Hoz.
nº 54. Los arquitectos José Aragón y José María Mendoza Ussiá levantarán este edificio en 1930. En él se ubicará el Cine Rialto, inspirado en las salas neoyorquinas Roxi y Paramount. También estuvo aquí el cabaret J’Hay.

nº 53-59. En el solar donde estuvo la Casa Profesa, levantaron los hermanos Julio y Joaquín Otamendi este gran conjunto que conocemos como Los Sotanos o el Edificio Lope de Vega. Espacio dedicado a oficinas, zona comercial e incluso con piscina en la azotea. Se levantó en los años 1945-49.

nº 60. Para el Banco Hipotecario de Edificación Emilio Ortiz de Villajos proyectará este edificio cuya fachada será renovada en el año 43 por Casto Fernández-Shaw. Destaca la escultura que remata el edificio, obra de Victorio Macho y que representa un¡ hombre con un templo griego en sus manos, símbolo del banco propietario.

nº 78. El maestro Jacinto Guerrero encargó en 1931 a Casto fernández-Shaw y Pedro Muguruza el proyecto de un teatro y un edificio de vecinos que se inaugurará en 1933. Presenta una bella fachada de increíble modernidad y verticalidad. El edificio se conoce como el Colisseum, nombre del teatro de la planta baja.
De los nombres de la Gran Vía
Para terminar nuestro recorrido por la Gran Vía sólo nos queda hablar sobre los diferentes nombres que la calle tuvo a lo largo de su existencia. Tal y como comentamos al inicio de la serie el primer nombre que tuvo fue el del proyecto, Prolongación de la calle Preciados. Según se fue inaugurando cada tramo recibieron diferentes nombre. Así, el primero se dedicó al Conde de Peñalver, nombre que se le dio para honrar al que había sido el gran promotor de la obra como alcalde de Madrid. El segundo tramo se dedicó a Pi y Margall, presidente de la Primera República. El tercero el de Eduardo Dato, Presidente del Consejo de Ministro asesinado en 1921.
En 1936 comenzaron a bailar los nombres y, tras denominar a los dos primeros tramo Avenida de la CNT, la avenida al completo pasará a denominarse, ya durante la guerra, Avenida de Rusia. Tal vez algún comisario político se dio cuenta del error y en 1937 se cambiará por Avenida de la Unión Soviética. Sin embargo los madrileños la conocerán en estos difíciles años como «Avenida del Quince y medio», que era el calibre de los obuses que en ella caían al intentar derribar el edificio de la Telefónica. Tras la Victoria, pasará a denominarse Avenida de José Antonio hasta que, en 1981, por fin, adquiera el nombre actual, Gran Vía.
Aline
Posted at 15:52h, 18 abrilGracias Andres Bonito paseo en el edificio del Coliseo vivió mi marido¡